La Ruta Salorina



Alguien ya lo dijo: la defensa, el palacio y la labranza. Detrás de estas tres palabras se esconde un microcrosmos tan singular que probablemente no haya otro igual en muchos kilómetros y kilómetros a la redonda.

El pequeño pero fructífero Río Salor, o simplemente El Río, como le nombraban los hombres de antes de los hombres, ha sido desde antiguo solar de pueblos, de clanes, de familias y de pastores de la Arcadia.

El Trasquilón, Hijada de Vaca, Quinta de la Enjarada, Caserío de Zamarillas, Alcázar de las Seguras, Casa del Aire o Arguijuelas son nombres que nacen pegados a la piedra y al berrocal y al alfoz cacereño.

Es una ruta tan sorprendente que para conocerla y trastearla se necesita algo más de una jornada. Viajero, elige el otoño, porque su luz da sombra a las sombras de estos palacios rurales, de estos castillos que no son castillos.