Elvas, a Gloria e a Morte [Sobre un Patrimonio Mundial]





Hablando de patrimonio, Elvas es un tesoro, y también lo son sus baluartes.

La Batalha das Linhas de Elvas se libró el 14 de enero de 1659 entre los ejércitos que venían desde Castilla y los que llegaban desde Setúbal y Coimbra.

Elvas es un teatro… de operaciones. Si el viajero sube al Forte de Santa Luzia podrá ver una maqueta de la batalla, y armas antiguas y maniquíes en las esquinas de las calles del fuerte. Que no se preocupe, porque el guía le hablará maravillas de la batalla de las Líneas. Que no intente hacer fotos, porque no quiere que le robes la memoria.

Pero si el viajero quiere conocer mejor la Batalha, habrá de escalar al Forte de Graça.

El 27 de noviembre de 2015, día de Nossa Senhora das Graças, y después de un cuidadoso trabajo de restauración, abrió de nuevo sus ojos la joya de la corona de los territorios del Oeste.

Durante mucho tiempo, quizás más de la cuenta, el Forte da Graça se mantuvo cerrado y abandonado a cal y canto.

Y claro que nos colamos. Mal hecho por nuestra parte. Pero tardaremos años en olvidarlo. Nos dejó atónitos.

Lo que ese fuerte esconde y atesora, forma parte de las páginas más hermosas del libro de nuestro patrimonio. Bajo el fuerte, las planicies y las colinas de la batalla. A lo lejos, el padrâo. El monumento que recuerda la gesta y los héroes.

Resistió los envites españoles de la Guerra de las Naranjas, los cañonazos franceses de las Guerras Napoleónicas, olvidó su misión defensiva cuando llegaron tiempos sin fronteras, se convirtió en prisión militar y el paso de los días casi lo lleva a la perdición.

Y es que lo que no pudieron hacer las bombas españolas y francesas, casi lo consigue la desidia. Durante estos últimos años el fuerte permaneció cerrado y abandonado, entregado casi al olvido. El dragón que antaño protegía la gran puerta de acceso a curiosos y soldados del Este, pareció querer dormir el sueño eterno.

El empeño de algunos ha hecho que este veintisiete de noviembre de 2015 sea para siempre una fiesta en todo el Oeste.

Una fiesta de recuperación y puesta a salvo de una joya.

Una joya por la que viajaba en la misma acera la Gloria y la Muerte, y por cuyas paredes pintadas te puedes sumergir en la historia y en nuestra Pasión Pompeyana.

Y es que Elvas es un tesoro que te invita a descubrirlo cada día.

No es sólo el tesoro del Forte de Graça.

Y no es para menos. Al entramado defensivo de Elvas se sumaron a lo largo de la historia dos fuertes que han protegido la ciudad desde las dos colinas que le dan abrigo.

El Forte de Santa Luzia y el Forte da Graça, unidos a esa madeja de murallas y baluartes por los que paseas cuando llegas a Elvas, han hecho de la ciudad rayana una auténtica e inexpugnable plaza fuerte, y junto a Badajoz y sus fuertes y sus colinas de San Cristóbal y la Muela, un ex libris de la geografía fronteriza fortificada y abaluartada.

Pero ya te digo, viajero, que no es sólo Graça.

Elvas esconde otros tesoros. Y no nos referimos a El Cristo, no.

Por cierto, muy cerca de ese restaurante, Elvas guarda de las miradas ajenas un rincón sobrecogedor. Es posible que para ti pueda ser algo friki. Para nosotros es, sencillamente, conmovedor, inquietante.

Es el Museu de Exvotos. Una verdadera Casa y Corte de los Milagros instalada en el Santuário da Piedade.

En lo alto del Castelo, resguardado del viento y el tiempo, duerme el Cemitério dos Ingleses. Un pequeño cementerio que recoge el dolor por los muertos en tiempos de guerras. Sus huellas nos evocan La Batalla de la Albuera. La historia que respira.

Muy cerca de este maravilloso rincón, a pocos metros, adosado a la muralla del Castelo, está el taller-estudio-museo de Luis Pedras, el Señor das Roncas, el maestro de las zambombas tan populares en el Oeste. Queda con él y verás sus hermosas piezas sonoras deliciosas. Y pasarás un buen rato. 



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