Caserío de Zamarrillas



Zamarrillas: la aldea medieval olvidada en el llano cacereño.
El caserío languideció en el siglo XVIII, pero mantiene la iglesia, el palacio y varias casas. Al estar en manos privadas resulta difícil su conservación, pese a su valor histórico.


Cáceres conserva una privilegiada muestra de aldea bajomedieval con iglesia, palacio, escudos, pajares, cuadras, tinados y otras edificaciones robustas. Nadie la habita y solo acude a diario algún que otro hombre del campo que tiene allí su ganado al cobijo de piedras centenarias. Pocos la conocen, apenas se ha escrito nada sobre este singular enclave, pese a que visitarlo se convierte en un interesante viaje por la historia. ¿Pero dónde está Zamarillas? A mediodía de la villa de Cáceres, a dos leguas , dicen las crónicas. Entre Valdesalor y Torreorgaz, con entrada desde ambos, se levanta este bello caserío de mampostería y piedra granítica, con varias construcciones todavía en pie pese a su despoblación hace unos 200 años.

Un par de viviendas han sido rehabilitadas, pero otras albergan ganado y lucen cubiertas de chapa o uralita sobre sillares con siglos de antigüedad. Hay un camión abandonado, cerca un viejo carro, restos de botes y envases, tejados desplomados, paredes derruidas, puertas rotas, zarzas y mucho musgo. Pero en general la aldea mantiene su belleza de piedra entre canchos, de empaque nobiliario y calles casi ocultas por la hierba y el agua.

En los siglos XIII y XIV surgieron numerosos caseríos por la repoblación de las tierras cacereñas, por su aprovechamiento agroganadero y por la necesidad de protegerlas de las incursiones de los rebaños mesteños que bajaban del Reino de León. Comenzaron a formarse los adehesamientos --dehesas--, trazados por mandatarios de Alfonso X el Sabio, donde surgieron estos pequeños núcleos. Pero la peste, la crisis demográfica del XIV, el aislamiento y otros factores hicieron desaparecer muchas aldeas: Alpotreque, Puebla de Castellanos, Casas del Ciego, Malgarrida, Borrico, Pardo y Borriquillo. Sin embargo, el antiguo arrabal de Zamarillas perdura y aún mantiene su porte nobiliario en medio de Los Llanos, como un mirador excepcional y privilegiado. [...]

15/01/2007 LOLA LUCEÑO