Mercado de Santa Ana [Badajoz]



El Convento de Joaquín Costa, antes de ser espacio, y después de ser convento, fue corrala y fue microcosmos y patio de vecinos con olor a puchero de garbanzos, y detrás de los tiestos de geranios se escondían las bolsitas de café Camelo.

Cuentan que allá por los años 60 vivía en esa corrala la mujer a la que llamaban La Cacereña, y cuentan también que en una de las puertas que daba al patio, antes de ser claustro exento, íbamos a comprar ese café de estraperlo. A donde La Morena.

Y dicen algunos que La Morena tuvo un hijo policía o guardia. En esos años no distinguíamos ni el rango ni el cuerpo. Guardias. Dicen.

No muy lejos andaba el señor Alberto Cachimba, el del Frente de Juventudes.

Contrabando. Mochileros. Salían de noche en noche. Vivían de blanco en blanco. Y no paraban. No podían parar. Una y otra vez trazaban la senda de los bastardos, como les llamaban en algunas lindes más al norte, por donde Marvâo.

Y seguían sin parar. Ni para tomarse su mijita de tazón de leche al acostarse.

Mientras tanto la vida en la corrala veía pasar las horas sin grandes aspavientos. A media mañana nos acercábamos al Bar Guadiana, el que estaba enfrente de la Puerta de Palmas, a saludar a los taxistas que llegaban de la comarca, y que hacían de la esquina y del bar, parada, siesta y estación rural.

Cuentan que en ese bar, en esa esquina, más de una vez vieron a los verdugos, a los últimos verdugos que tuvimos. No solían hablar mucho con los vecinos de la corrala ni con los taxistas. Pero todos sabíamos a qué se dedicaban.

Una corrala con su mijita de chorizo y carne del mercado de la Plaza Chica y sus besos de estraperlo. Tan besos y tan de estraperlo como los del cine rural de mi pueblo y el del tuyo.

Y seguían sin parar. Ni para tomarse su gotita de tazón de leche al acostarse.

A menudo íbamos también al Mercado de Santa Ana. A esa Plaza Chica. Y los días de pescado recordábamos el olor del mar que nunca habíamos visto pero que imaginábamos cerca, muy cerca, porque a veces pasaba huyendo un marinero del puerto de Lisboa. Ni nos daba nombre ni parentela.

Cuando descansaba el día, y la luna andaba en fase triste, vuelta a empezar. De noche en noche, de blanco en blanco.

El Mercado es la obra clave del Racionalismo en Extremadura. Construído en el año 1937, fue inaugurado el 10 de septiembre de 1939. El proyecto fue realizado por Rodolfo Martínez para acoger el abastecimiento de frutas y pescados de la ciudad.