Sin palabras. Cuando el viajero se aparta del camino que le lleva a la Jayona y se adentra en el pequeño valle donde se levanta la Ermita del Ara está cumpliendo el último de los tres deseos del mago.
Marvâo, Santa Lucía del Trampal y la Ermita del Ara conforman un lujurioso tríptico del arrebato.
No resulta fácil describir con palabras la belleza que esconde este santuario lusitano. Hay que atravesar la puerta y sumergirse en un universo de color, en una borrachera.
Marvâo, Santa Lucía del Trampal y la Ermita del Ara conforman un lujurioso tríptico del arrebato.
No resulta fácil describir con palabras la belleza que esconde este santuario lusitano. Hay que atravesar la puerta y sumergirse en un universo de color, en una borrachera.