A pocas leguas del recuerdo monástico de Cubillana y camino de Montijo, vas a topar con Torre Águila. Los canales y las acequias pueden despistarte. Detrás de ellos, en el camino que te lleva a Barbaño, tras una verja, observarás a los pavos y a las gallinas viendo pasar las horas. Eso es Torre Águila.
Cuentan los señores de los libros que se construyó para ser retiro y última morada en la tierra de algún soldado romano retirado de la lid.
En 1984 volvió a la luz. Y nos descubrió su antiguo esplendor. Y sí, hubo termas y almacenes para el trigo, y un rincón para los recuerdos donde el soldado, según dicen las crónicas, contaba de los tiempos heroicos. Miles Gloriosus.
Lo que aquel legionario nunca pudo sospechar, es que mucho tiempo después esa misma tierra, ese mismo río, fueron campo de Marte. Una vez más. La Batalla de Montijo llegó hasta las mismas paredes de Torre Águila.