Las rutas

La Casa de los Nómadas propone una conjunto de rutas y caminos que transitan por lugares y espacios singulares.


La Senda de los Bastardos sigue una antigua vía de contrabandistas y mochileros, un camino que nace a las puertas del castillo de Montánchez y atraviesa las montañas que dibujan de este a oeste el antiguo territorio lusitano para llegar al castelo de Marvâo, después de haber pasado por Santa Lucía del Trampal, el Puente Serapio, San Isidro de Loriana, las pinturas rupestres de Alburquerque o las tierras de la duda, donde Jola.


La Ruta de la vida antes del agua propone un recorrido por lugares que crecieron a la vera del Guadiana antes de que llegaran las máquinas del Plan Badajoz. Un tránsito repleto de edificios históricos, de reseñas inevitables para conocer el paso del tiempo y una forma de vida.


El Cordel de los Campos de Marte marca en el mapa aquellos espacios abiertos que han hecho de Lusitania un territorio deseado, peleado. Sus coordenadas en la tierra de nadie han configurado un territorio permanentemente devastado, por el que han pasado ejércitos de todos los colores y banderas: cristianos, musulmanes, británicos, franceses, españoles, polacos, irlandeses, golpistas o portugueses. La ciudad de Badajoz, con sus veinte asedios a lo largo de la historia, es la metáfora más implacable que se pueda escribir para definir ese estado de sitio permanente al que ha sido sometido el territorio lusitano.


La Ruta Salorina nos devuelve un río a la memoria. El Río Salor ha dado agua a Cáceres, la ciudad sin río, y le ha dado buena parte de la vida. En torno a su cauce y a sus riberas se ha ido forjando una geografía palaciega sorprendente, única en buena parte de Europa.


El Camino de Perfección es un lujo, porque un lujo es Santa Lucía del Trampal o la Ermita del Ara. Un lujo porque siguiendo este camino el viajero puede conocer la belleza en todas sus aristas.


La Ruta Reynolds es una fascinante intromisión en los lugares íntimos de una saga que ha hecho de Lusitania un camino abierto, sin rayas, la metáfora misma de esta casa de nómadas.


El Camino de Perdición es un tributo a la noche, y a los gatos negros, y al pecado. Este camino propone un recorrido por santuarios del ocio nocturno, epítomes de la cultura del buen vivir y de los clubes electrónicos.